Si bien la violencia de género no es un tema nuevo, aun siendo así, es importante reconocer que junto con la expansión del COVID-19, aumenta la frecuencia y la intensidad de la violencia en los hogares, poniendo en riesgo la vida y el bienestar de millones de mujeres, niños y niñas de la región. “El confinamiento, esencial para prevenir el contagio del COVID-19, no necesariamente conduce a todos a un lugar seguro. Este es el caso de aquellos que se encuentran encerrados en sus hogares con su agresor. Si a esta realidad se suman el estrés económico y la sensación de incertidumbre por la pandemia, se genera un entorno en el cual los factores de riesgo se exacerban. Adicionalmente, el distanciamiento de vecinos, familiares y amigos deja a las víctimas aún más desprotegidas” afirman desde el BID.